martes, 10 de febrero de 2015
Sacrificaron a Raymond y Miguel
En lo personal no estoy de acuerdo con una tendencia extraña que a veces toma cuerpo en el seno de Acroarte. Si un artista lleva mucho tiempo ganando un premio o siempre es nominado, de repente se arma un movimiento para opacarlo. Y teniendo iguales o mayores créditos que los demás propuestos, lo dejan fuera con la intención de darle “chance” a gente nueva, que si bien es cierto merecen ser estimulados y reconocidos por su labor, en modo alguno debe ser a expensas, ignorando, o echando a un lado a figuras establecidas, de una trayectoria y una labor incomparable, porque ello en vez de hacer bien hace mal.
Es un absurdo castigar artistas con un gran trabajo hecho en el año y una trayectoria sobresaliente, dizque para darle chance a los nuevos, porque Acroarte ni su premio están para eso. Su labor es premiar a los más destacados, incluyendo a los nuevos talentos, pero sin sacrificar a los viejos.
Como muy bien señalan Raymond y Miguel en su parodia, nadie más cotizado que ellos, con mayor poder de convocatoria en sus espectáculos, presentes en las grandes campañas publicitarias y de promoción como El Furgonazo, por solo citar un caso, en el cine siempre a nivel estelar, con el programa de mayor rating en el canal y en la televisión nacional.
No vayan a creer que es el único caso, pues el mismo síndrome se ha dado en el pasado con otras figuras y programas de televisión, como Johnny Ventura, Freddy Beras, El Show del Mediodía, por ejemplo, en sus años de mayor auge. Ellos también fueron víctimas propiciatorias, en su momento. Se dejaban de nominar, dizque para darle un giro al premio, y que no fueran siempre los mismos, como si hubiesen sido culpables de que los que estaban detrás no se pusieran a su nivel y altura.
Uno respeta las decisiones de la mayoría, aunque necesariamente no las comparta. ¿Cuántas veces una mayoría condicionada e inducida no se equivoca? La política de quitar al que está arriba para que otro suba, no es justa, digna ni aconsejable, porque los puestos y las posiciones se ganan, no se regalan. Quien así sube a la cima, porque le desbrozaron el terreno, el camino, y quitaron a quien estaba, se debe en su interior sentir muy mal, porque el éxito alcanzado así deja un sabor extraño. La boca le sabe a papel de celofán.
El celofán rojo que se usaba para envolver los regalos de los pobres el Día de las Madres….
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