miércoles, 3 de diciembre de 2014

El rostro oculto tras la música de July Mateo “Rasputín”



“Pura Vida” es un slogan que muy pocos dominicanos desconocen, porque viene de uno de los merengueros más tradicionales del país, y quien por algún juego de la misma vida, nunca pudo imaginar que ese slogan le haría cómplice con el tiempo de una labor de altruismo, que desde hace mucho lleva a cabo, al margen de la música, el silencio y la discreción. Se trata de July Mateo, Rasputín, destacado músico trompetista, director de orquesta y dueño de una proeza musical muy poco común en la historia de la música tradicional dominicana.

“Viejo Año”, sin quererlo se convirtió desde hace muchos años en el himno tradicional de las navidades. No hay tema más escuchado que ese, porque fue el completo ideal de estas fiestas, porque trae consigo alegría y tristeza enlazados en unos acordes musicales que han sido imposible de borrar de las mentes de los dominicanos Su trabajo y su labor altruista van más lejos de la música y es que con su programa dentro de la Fundación “Comunidad Sana” lleva alegría, alimentación y salud a sectores necesitados en distintos puntos de la geografía nacional, pero en especial a los cercanos a su comunidad.

En esta actividad y como acontece en la música en múltiples ocasiones, trabaja a manos peladas o con “yo récord” parodiando la máxima que se aplica en la misma, porque carece de recursos y de la ayuda necesaria para realizar esta labor que conlleva tanto esfuerzo y sacrificio. Sin embargo, esa es la otra cara de ese Rasputín, con quien tanto han disfrutados los dominicanos y miles de personas allende los mares. Ese es un rostro suyo desconocido por muchos, porque ha estado trabajando dentro de un cuadro de humildad, de silencio, pasión y entrega con mucha gente, especialmente niños.

Con gallardía ha asumido ese gran compromiso y por varios años utilizando el único instrumento con que cuenta para hacerlo, su trompeta, la música y la fidelidad de sus músicos. Hasta hoy ha podido lograrlo, granito a granito, haciendo tarimas de recaudación, aportando de lo poco que gana, pero haciendo de un compromiso y de un sueño, una realidad. Pocos saben los grandes operativos de esta fundación sin fines de lucro que él preside, como por ejemplo, el orgullo de haber llevado a operar un niño fuera del país, y que hoy vive una pura vida, gracias al esfuerzo de una inversión de 60 mil dólares.

Y como esta, son muchas las actividades llevadas a cabo por este hombre solamente conocido por su alegría en el entarimado musical, pero de un corazón grande, lleno de fe y de esperanza en la mejoría de vida de los necesitados. Su fundación, localizada en el sector de los Molinos Dominicanos aprovechando las fiestas navideñas cierra con alegría este año viejo haciendo entrega de varias sillas de ruedas a un grupo de ancianos en una actividad a celebrarse en el Club de Billeteros.

Que mejor manera de Rasputín decirle adiós a este Viejo Año, que con una labor altruista de esa naturaleza.(Andrés Díaz)

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