Si le preguntamos a 100 personas sobre lo que es la felicidad, estoy seguro de que habrá 100 respuestas distintas. No creo que haya una definición de felicidad que pueda englobar todas las vivencias de placer, complacencia, deseo, deleite, etc. Ni la neurociencia cognitiva, una disciplina relativamente nueva nos ayuda a una definición completa que logre precisarla. Valientemente trataremos de enmarcarla en diez íes, considerándola que es: inteligente, intransferible, individual, inexplicable, inmediata, inescrutable, indulgente, interina, íntima e inolvidable.
La más de las veces confundimos los momentos de puro placer físico con la felicidad. Veamos un ejemplo, la cara de alegría de un recién nacido al dormir, luego que la madre lo ha arrullado y amamantado con mimos y cariños, esa cara ¿podría definirse como felicidad o es puro placer por haber saciado su hambre y estar en un tibio entorno? Nuestro cerebro tiene áreas específicas para el simple placer –núcleo caudato- y gracias a los modernos avances tecnológicos conocemos sus ubicaciones neuronales. Para placeres más complejos se estimulan áreas mesolímbicas, profundas en nuestros cerebros, pero para que se produzca la felicidad plena son muchas otras áreas cerebrales que participan, para percibirla y disfrutarla es necesaria la “discriminación” en nuestro cerebro, la -corteza orbitofrontal-.
Veamos las íes de la felicidad, las que a mi humilde modo de ver debieran estar incluidas en su compleja definición, que aceptamos no resulta de fácil aserto. Inteligente, piense usted por un momento las decisiones que usted ha tomado en un momento de felicidad, seguro estoy que todas han resultado positivas. Intransferible, no es posible otorgar a nadie la felicidad que usted está disfrutando, sería como decir, le voy a transferir unos pesos a la cuenta de su felicidad, no es posible, lo que la hace individual, pues lo que lo hace feliz a usted necesariamente no me hace feliz a mí y viceversa.
Inexplicable, por la complejidad misma de su definición. Prueba de ello son los numerosos epítetos que utilizamos al definirla: alborozo, alegría, etc. Larga lista para tratar de entender ese gratísimo estado temporal, haciéndola un sentimiento muy complejo. Inmediata, pues pobre de usted si deja para mañana el momento de felicidad que se le presenta hoy, lo lamentará con gran dolor: es para ser vivida en ese instante, sabemos es imposible frizarla y mucho menos dejarla para otra oportunidad. Es por igual inescrutable, todos la conocemos es sibilina, insondable, no la podemos medir ni mucho menos encasillar en ninguna métrica humana, lo que nos obliga a entenderla con filosofía y poética.
El corazón feliz lo perdona todo, es más que indulgente, en esos momentos de felicidad no hay espacio para ninguna de las mezquindades humanas, no hay odio, ni rencores, ni malquerencias, hay una mansedumbre plena. Pero como todo en la vida tiene sus resquicios y contradicciones, es interina, está hecha solo de momentos transitorios, es la razón máxima por lo que no se pueden desperdiciar. Por igual es íntima, ella se siente en lo más profundo del alma sin espacio para otras cosas que no sea ella misma. Inolvidable, el cerebro siempre evocará los momentos felices, nunca recuerda los instantes de tristeza y dolor, sabiduría cerebral el reeditar solo los eventos gratos. ¿Cuál es su definición particular de la placentera, compleja y efímera felicidad?

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