POR RAFAEL MENDEEZ (Periodista-Diputado)
El político, sobre todo cuando está en una posición electiva, labra su propia vigencia política a partir de sus acciones, de sus iniciativas, de los hechos que pueda presentar como sus realizaciones. Ningún político puede pretender o aspirar a erigir su vigencia política sobre las realizaciones de otros, aun cuando se trate de hechos que exhiba como obras de su Gobierno. Al ser parte del Gobierno, las realizaciones del oficialismo le dan autoridad moral y política a todos y a todas los que están arropado bajo ese mismo manto. Bajo esa misma obra de Gobierno. Pero, al fin y al cabo, son las acciones propias las que el político debe exhibir, sobre todo si está en campaña. La buena labor del Gobierno es de todos. “La política puede ser una profesión desafiante y gratificante en la que potencialmente tendrás el poder como funcionario elegido a fin de hacer la diferencia en tu comunidad”, leía en estos días de un autor que no preciso su nombre.
. Y añadía: “Para ser un político eficaz, tendrás que combinar el trabajo duro con decisiones inteligentes”. “La política, como el resto del ámbito de la vida pública colectiva, se convierte en una secuencia de episodios diarios, en una suerte de telenovela por entrega, en un desfile de acontecimientos fugaces, cuanto más llamativos, mejor”, enseña el español Luis Arroyo en su Libro “El Poder Político en escena”.
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