lunes, 20 de abril de 2015
¿Por qué te miran más si estás acompañado?
Es posible que te haya pasado de ir a una reunión social con tu novia nueva, feliz con una relación recién emprendida. También es posible que durante aquel evento una chica que conoces de otros similares y que anteriormente no se percataba de tu presencia, ahora no te quita los ojos de encima. Te sientes observado, posiblemente deseado. ¿Qué ha sucedido de ayer a hoy? No entiendes qué es lo que ha cambiado tanto en tu aspecto para que aquella señorita, de buenas a primeras, te haya transformado en el objetivo de su persistente mirada.
Por qué te miran más cuando tienes pareja Por qué te miran más cuando tienes pareja Con suerte tu novia no se habrá dado cuenta así logras eliminar motivos de sospechas y potenciales celos. Mientras especulas acerca del inusual comportamiento de la extraña, repentinamente te percatas de que lo que tanto atrae a aquella chica mirona es que esta vez has ido acompañado. Por alguna extraña razón las mujeres juzgan más apetecible a un hombre cuando está en compañía de “otra”. El aforismo del escritor francés Marcel Proust de algún insólito modo toma relevancia: “Sólo se ama lo que no se posee del todo”. Podría interpretarse que sólo se desea lo que no se tiene. Si consideramos este aspecto, el comportamiento consecuente se parecerá al de un niño. Veamos.
Si tienes hijos pequeños ya habrás advertido que cuando juegan con otros niños, normalmente les quitan los juguetes, buscan apropiarse de los ajenos. Habrás observado que juguete que ven en otras manos, es juguete que pretenden. Algunos pensarán que allí germina la semilla de la codicia. Pero no, al parecer este proceder peculiar ha sido heredado de nuestros ancestros, es una conducta primitiva, animal. Prevalecen las reglas de la naturaleza que indican que es normal cazar a la presa, en donde es natural competir, aprender a alcanzar el objeto del deseo. A los pequeñines lo que les resulta divertido es la acción de “robar” la presa y no la presa en sí.
Esta conducta rapaz queda plasmada en un pasaje de la novela de Pérez Galdós “Fortunata y Jacinta”, donde el personaje de Guillermina le expresa su enojo a Fortunata: “¿Pero usted no sabe que esa señora es una mujer legítima de aquel caballero? ¿Usted no sabe que Dios les dio unión sagrada? ¿No sabe que es pecado, y pecado horrible desear el hombre ajeno…?”
En definitiva, lo que surge de la reflexión, es que las damas tienen una mezcla de espíritu competitivo muy afilado y sentido del desenfadado un tanto lúdico cuando se trata de “conquistar” a un hombre que goza de la escolta de otra mujer. Algunos opinan que es el sentimiento de envidia de soltera el que se activa en estas circunstancias tan especiales. Se despierta el instinto travieso de cazadora poniéndose al acecho, como cuando una leona salvaje escudriña a un joven y apetecible bisonte.
Cualquiera que sea el motivo que dispara esa actitud preponderantemente femenina, resulta recomendable no prestarse nunca al malentendido ni transitar un accionar dudoso, si lo que se quiere es conservar la confianza de la actual pareja.
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