lunes, 27 de abril de 2015

Miriam Cruz superó al tango y demostró que “3o años no es nada”, pues ahora está mejor que nunca



La de Miriam Cruz parece ser una fuente inagotable, pues ha sido capaz de resistir al desgaste que se ha llevado de encuentro a muchas figuras de su generación, que hoy día están agrupados en los llamados "años dorados del merengue". Es sorprendente en un escenario, por su gran capacidad de movilidad, la manera en que articula sus pasos, la interpretación de su rico repertorio de éxitos musicales, con temas del pasado y los del presente que le han dado tanta proyección en estos tiempos, colocándola en el sitial de primer orden como figura estandadarte del merengue. La celebración de sus 30 años en el arte le permitieron presentar sus mejores créditos como artista de este tiempo, aferrfada a la causa del merengue.

Y es que hace años que Miriam abandonó la imagen de niña tímida que tuvo en su etapa de Las Chicas del Can, poniendo de relieve una vitalidad escénica que contribuyen a fortalecer y a hacer más atractivo su show y exposición escénica. Demuestra en escena la evolución y la experiencia acumulada a través del tiempo, a partir de la incorporación de sus bailes con pasos de precisión, modernos, sin caer en el estilo clásico rumbero, lo que le confiere un “plus” a su propuesta.

Hay que decir que el concierto aniversario de Miriam fue vertebrado en base a elementos muy singulares para el merengue, como fue la participación de los exponentes típicos Yovanny Polanco y Krispy, como parte de los invitados, habida cuenta de que el público de Nueva York es un gran consumidor de la música típica. La aceptación se puso de relieve de inmediato, con los aplausos y la algarabía que generó la presencia de estos dos exponentes.

Una grata sorpresa fue la actuación de Alex Bueno, que con su exitoso repertorio de merengues románticos mantuvo al público en una efervescencia permanente, demostrando el gran arraigo y la empatía que ha logrado con el público, que lo quiere y venera, a juzgar por todas las manifestaciones de cariño que pusieron en él los presentes.

Rubby Pérez estuvo entre los invitados, aunque su participación se limitó a la clásica rutina de ambientación pidiéndole al público el “arriba las manos.”

Uno de los aspectos más llamativos fue la vigorosa y fuerte interacción que en todo momento mantuvo con sus invitados.

En especial con Milly Quezada, quien no desperdició tiempo para decir frente a ella y el público que este es el tiempo de Miriam Cruz.

Los duetos y las interpretaciones que hicieron con el repertorio de éxitos de ambas constituyeron momentos de los más altos a todo lo largo de la producción de Alberto Zayas.

Un detalle notable en el concierto aniversario de Miriam Cruz, fue el segmento de Pachy carrasco con la interpretación del clásico “La Chica de Ipanema”, que puso a Miriam en otra dimensión, al igual que la ejecución de un baile flamenco, a cargo de una bailarina clásica

Para el cierre del concierto se reservó la participación de Johnny Ventura “El Caballo Mayor”, quien como siempre es una figura impactante en un escenario, con la gracia y el estilo que le es característico.

Y junto Miriam alternó en la interpretación de algunos de sus éxitos, incluyendo una composición suya.

El Caballo, hay que decir, se la jugó interpretando temas en un tono que no estaba acomodado para él, sino para la agasajada Miriam Cruz.

Su carisma, sus bailes, sin embargo, le permitieron marcar la diferencia, y olvidar algunos desaguisados musicales.

Algunas fallas técnicas como fue la que se evidención en la pantalla de proyección de los testimonios trastocaron el guión de producción, y no permitieron un flujo adecuado del material visual que se había preparado, donde parlticipó Wilfrido vargas, que fue el propulsor de Miriam en sus inicios, como también Zoila Luna, Jochy Santos, Milagros Germán, Michael Miguel, Luz García y Sergio Vargas.

Durante el espectáculo, se hizo un aparte para la entrega de dos reconocimientos. Uno por el asambleísta Adriano Espaillat y el segundo por el Consulado Dominicano en Nueva York.

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