martes, 20 de enero de 2015

Por qué hay tantas personas con miopía en el mundo



Cuando era adolescente mi vista empezó a empeorar paulatinamente y comencé a usar gafas.

Al principio eran unas lentes finas, y después lo que parecía un doble cristal.

"¿Por qué me está pasando esto?", le preguntaba a mi oftalmólogo mientras trataba de descifrar las líneas borrosas de la receta. Y su respuesta era siempre la misma: debía culpar a los genes y a mi amor por la lectura.

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Es probablemente lo que el oculista te dijo también a ti, si fuiste diagnosticado con miopía. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que estas asunciones son erróneas. Muchos factores ambientales de la vida moderna pueden tener una influencia en el asunto. Y con unas pocas medidas preventivas, podría evitarse que muchos niños sufran de una condición que ha plagado a una generación.

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La idea de que la mala vista es principalmente genética nunca me convenció.

Si estaba en sus genes, ¿no tendría que haber desaparecido con nuestros ancestros que lo portaban, cuando intentaban cruzar la sabana a tientas?

Un niño en un examen de la vista

Unas pocas medidas preventivas podrían ahorrarle a los niños de hoy y mañana un problema que ha plagado a toda una generación. La miopía es una especie de epidemia: entre un 30% y 40% de la población de Europa y Estados Unidos necesita anteojos. Y esa cifra alcanza el 90% en algunos países de Asia.

Si el "gen de la miopía" existiera, esto supondría que resistió milenios a pesar de sus desventajas.

Pregunta a un esquimal

De hecho, investigaciones llevadas a cabo con esquimales en Canadá deberían haber resuelto esa cuestión hace unos 50 años. Mientras en la generación de más edad apenas había casos que necesitaban lentes, el 10% de la generación más joven los usaba. "Eso nunca hubiera sido posible si la enfermedad fuera genética", dice Nina Jacobsen, del Glostrup University Hospital de Copenhague, en Dinamarca.

En cambio, lo que sí pasó durante los años que separan esas generaciones es que los esquimales comenzaron a dejar de lado su estilo de vida tradicional para adoptar uno más occidental. Esa parece una causa más probable del deterioro de la vista.

Lentes sobre una cartilla para pruebas de la vista

La alfabetización pudo tener que ver con el incremento de la miopía, pero no lo explica todo. "La miopía es una enfermedad industrial", dice Ian Flitcroft, del Children's University Hospital de Dublin, en Irlanda. Y es que, a pesar de un posible papel de la genética en el desarrollo de la miopía, fue sólo después de que se diera un cambio en el entorno cuando el problema comenzó a emerger.

Parte de ese cambio pudo haberse debido a la educación y la alfabetización, una de las explicaciones más comunes sobre la aparición de la miopía.

Pero los estudios epidemiológicos sugieren que los efectos de la lectura sobre la vista son mucho menores de lo que en principio pudo haberse creído. De hecho, una investigación llevada a cabo en niños en Ohio, Estados Unidos, demostró que no existe ninguna correlación.

"Sin embargo, no deberíamos descartar del todo los efectos de la lectura", advierte Jacobsen. Son muchos los que ahora argumentan que es el tiempo que hemos permanecido bajo techo, en casa -no tanto la lectura en sí- lo que tiene peso en el deterioro de la vista.

Estudio tras estudio, desde Europa, pasando por Australia y hasta Asia, se ha hallado que la gente que pasa más tiempo al aire libre es mucho menos propensa a desarrollar miopía que aquellos que permacen la mayor parte del día entre cuatro paredes.

Luz natural

Una de las explicaciones más populares es que la luz del sol nutre en cierta forma los ojos. Scott Read, de la Queensland University of Technology, en Australia, recientemente equipó a un grupo de escolares con un reloj que registraba sus movimientos y la intensidad del sol cada 30 segundos.

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