lunes, 1 de diciembre de 2014

Chespirito, ¿genio por qué?



Para hablar de Roberto Gómez Bolaños, se debe ir más allá del análisis del mero comediante o humorista. Debe hablarse de un hombre completo en su arte, de un individuo que no solo pudo llenar de alegría los corazones millones de seres humanos, sino que logró además llegar a muchos rincones del planeta desde una América no tan prolifera en humoristas y comediantes intercontinentales.

Roberto Gómez Bolaños, pequeño en tamaño, pero gigante en creatividad, era actor, comediante, dramaturgo, escritor, guionista, compositor y productor de televisión. Entre todas esas condiciones hay una que le daba una ventaja especial: la capacidad de escribir libretos y guiones de todos tipos. Esto sin duda le ayudó a catapultar todos sus personajes y hacer mucho más exitosos sus programas.

Tuve la oportunidad (y fue una casualidad) de estrechar la mano de Chespirito y de su hoy viuda, Florinda Meza. Ocurrió en el programa el Mismo Golpe de Jochy Santos, adonde había ido a anunciar algo. El destino me permitió que en esa misma ocasión el programa tuviera de invitado a Chespirito y a Florinda Meza, quienes habían venido al país a recibir un reconocimiento de Premios Casandra. Corría el año 2004. En cabina, pudimos conocer de manera directa la humildad de este gran hombre. Recuerdo que fueron pocos los que pudieron impedir las lágrimas cuando se puso al aire la canción del capítulo de la bonita vecindad del Chavo del 8. Al final de la entrevista, durante un estrechón de mano, no pude evitar manifestarle lo que quizás le manifestaron sabrá Dios cuántas veces al súper comediante: admiración.

Si la memoria no me falla, en esa entrevista, Florinda Meza, dijo a Jochy que si Xuxa (la reina de los programas infantiles en Brasil) adquirió una isla con su trabajo, Chespirito pudo haber comprado un continente. Suena algo metafórico, pero hoy día a la imaginación de Chespirito todavía le están exprimiendo mucho dinero y hasta dibujos animados muy actualizados se pasan hoy día en muchos países a través de la televisión por cable.

A mi entender, el éxito de Chespirito se debe analizar desde muchos puntos de vista. El primero es la originalidad de sus personajes y todo el entorno que rodeaban a cada uno. Muchos países latinos han exportado su humor (nosotros estamos entre los que no lo han logrado debido a la realización de un humor muy localista), pero nadie logró hacerlo como Chespirito con el Chapulín Colorado (que fue primero) y con El Chavo del 8. No obstante el acento mexicano, el hablar de las costumbres de México, de su cultura, de su idiosincrasia (por lo menos en lo que respecta al Chavo), las series lograron aceptación en toda América Latina y más allá, debido, si se quiere, a un humor de corte universal, pero con actuaciones más que geniales. Un aspecto importante sería saber si Gómez Bolaños soñó un día con atravesar tantas fronteras con sus ideas.

Otro aspecto es el siguiente: Cualquiera con la preparación y habilidades de Roberto Gómez, si tiene algo de pretencioso, mucho de sobre confianza, o posee alguito de los a veces inevitables celos profesionales, en un principio podría pensar que no necesita gente de mucho talento a su lado. Sin embargo, en una ocasión escuché a Chespirito decir que él no podía fallar, pues se rodeó de lo mejor de México. Se refería al equipo que le acompañó en sus programas. Un elenco compuesto por excelentes actores en cualquier campo (teatro, televisión, cine). Ni hablar que para Roberto el mejor era Don Ramón, de quien decía era su comediante favorito. Don Ramón hizo honor a su familia compuesta por cuatro hermanos que se destacaron en la actuación. Germán Valdés, “Tin Tan”, sin dudas el mejor de todos, Manuel Valdés (“El Loco Valdés) y Antonio Valdés.

Si Don Ramón era excelente y tal vez el más cómico junto a Chespirito, debemos ser justo y decir que ninguno en el elenco le cargaba la maleta. Carlos Villagrán, inmejorable, con un personaje muy bien definido, pero sobre todo difícil por sus cachetes deformados, su peculiar voz y las piernas arqueadas. Considero que Quico era el personaje más trabajado de todos.

María Antonieta de las Nieves, La Chilindrina, para mí genial. Todavía a su edad se viste de la Chilindrina y seguimos creyendo que es una niña.

Florinda Meza, como Doña Florinda y su transformación de la mujer intransigente y quisquillosa frente a todo lo que tenía que ver son su hijo, a la dama enamorada, que se derretía ante la presencia de El Señor Jirafales.

Edgar Vivar, el Señor Barriga y Ñoño, un actor consagrado y al que hay que reconocerle su gran versatilidad y profesionalidad para hacer un adulto y un niño en el mismo espacio y no parecerse un personaje al otro en lo más mínimo.

Rubén Aguirre, su tamaño rompía el esquema del mexicano promedio, chaparro, pero un grande actor y no precisamente por su larga figura. Lo demostraba tanto en el Chavo como en el Chapulín como el genial Lucas.

Doña Clotilde, Angelines Fernández, española de nacimiento y nacionalizada mexicana, actriz y comediante. No necesitaba una escoba, ni mezclar sustancias extrañas y echarlas en un caldero estrambótico para hacernos creer que de verdad ocultaba algo de bruja.

El cuanto a la calidad del elenco del que se rodeó Chespirito, uno que en cierta forma siempre puso en práctica algo parecido, fue Freddy Beras Goico. Fue el más completo hombre de la televisión, excelente comediante y humorista y mejor libretista, pero siempre se rodeó de los más sobresalientes. Sencillo: si usted es excelente haciendo algo y se rodea de los buenos, seguirá siendo grande entre grandes, sino pregúntele a Bill Gates.

Siguiendo con los factores del éxito, aparte de la capacidad actoral de ese grupo, hay que hablar de los recursos técnicos. El chavo del Ocho se llama así, porque en sus inicios se transmitía el en Canal 8 y luego pasa al monstruo Televisa. Ese fue un paso trascendental para los programas de Chespirito. Lo que se ve en cada entrega de las dos series es que los recursos de producción y dirección, técnicos, de vestuarios, escenografía, etc., estaban a la orden del día. Si para el Chapulín Colorado se iba a realizar un capítulo sobre Hitler, ahí estaban los elementos necesarios: vestuarios, armas, mapas, recursos histórico y todo se conjugaba para, de manera magistral, hacernos creer que veíamos a un Hitler más cómico que sanguinario.

Creo que el éxito del Chavo del 8 está relacionado con la representación de la vecindad. Tal vez veíamos en ella a la nuestra, aquella vecindad de la gente de clase baja, donde convergen actores de la vida cotidiana, con diferentes facetas, problemas y experiencias vividas, pero un vecindario donde al final el amor y al comprensión se imponía a las adversidades y mal querencias.

En fin, Chespirito es un genio. Su ingenio, basado en la creatividad y originalidad, perdurará por mucho tiempo. Considero que, para que nazcan otros Tres Patines, Cantinflas y veamos otro Chespirito, tendremos que esperar muchos años, tal vez cien, pues es la medida de tiempo más exacta que al parecer se toma Dios para crear genios en cualquier actividad o quehacer humano.

Descanse en paz el alma de Roberto Gómez Bolaños.

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