miércoles, 9 de julio de 2014
Cómo los hipocondríacos pueden mantenernos sanos
Los hipocondríacos, esas personas constantemente preocupadas sobre su saludy las enfermedades que pueden contraer, suelen ser vistos como un dolor de cabeza tanto por sus médicos de cabecera, como por sus familiares y amigos -en quienes desahogan sus temores.
Sin embargo, esta actitud ante la vida podría ser beneficiosa para el resto de la sociedad. Al menos eso es lo que piensan algunos expertos, basados en evidencia científica.
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Hace poco más de un año, un estudio sobre vacunación determinó que la presencia de unos pocos individuos que se hayan vacunado por temor a enfermedades, puede incitar a los demás a hacer lo mismo. Como consecuencia, es más probable que la población, como un todo, alcance una masa crítica de gente vacunada, un suceso que se conoce como "inmunidad colectiva".
Con la aparición de enfermedades infecciosas potencialmente fatales como la gripe porcina y la aviar (H5N1), sin hablar de la amenaza del VIH-sida o de otras enfermedades de transmisión sexual, la predicción de las epidemias se ha vuelto un tema central de la medicina moderna. Es vital tanto para el desarrollo de estrategias que mitiguen un brote grave como para evaluar las medidas de emergencias necesarias en caso de haya uno.
Hubo un tiempo en que los modelos de epidemias consistían en simples gráficos de personas virtuales, u otros animales, posicionadas en una especie de cuadrícula e infectaban a sus vecinos.
Si bien esta idea básica, en la cual se corre el riesgo de ser infectado por aquellos que están cerca, sigue siendo el núcleo de todos los modelos epidemiológicos computarizados, los programas de actuales -como el del Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), llamado MIDAS (estudio de modelos de agente de enfermedades infecciosas)- usan esquemas extremadamente complejos para intentar capturar la la forma en que personas reales se mueven (los viajes internacionales facilitan que las enfermedades pasen a otros continentes), cómo se conectan en la sociedad y qué decisiones toman para prevenir o evitar las enfermedades.
El truco de estos métodos es no perder de vista qué cosas se pueden esperar del mundo real y cuáles dependen solo de los detalles de un modelo virtual específico. Es por eso que los modelos relativamente sencillos (a pesar de ser complejos en comparación a los de hace una década), como el usado por Xiao-Tao Liu de la Universidad Lanzhou de China y sus colegas, conservan su valor.
Liu y sus colegas dicen que la mayoría de los modelos epidemiológicos tienden a asumir que toda la gente se comporta casi de igual manera, o sea que siguen lo que hacen los demás. Sin embargo, ese no parece ser el caso. Los investigadores sostienen que sólo unos pocos se "comprometen" a vacunarse, tal vez porque se sienten muy propensos a ser infectados, e intentarán hacerlo apenas se enteren de que alguien contrajo la enfermedad.
Si el modelo de Liu y sus colegas sigue siendo válido, implica que estos individuos comprometidos pueden tener un efecto desproporcionado, haciendo que otros se vacunen y desarmen el argumento de aquellos que se apoyan entre ellos para no vacunarse.
Un balance precario
El problema básico de los programas de vacunación son los oportunistas. Si existe un costo al vacunarse, ya sea que genera inconvenientes o que la vacuna misma pueda ser riesgosa, puede que haya gente que no lo haga, pero que cuente con que estará protegido porque todos los demás lo harán.
Vacunación
Científicos consideran que la preocupación de los hipocondríacos por tener una enfermedad puede ayudar a que otros sigan su ejemplo y se vacunen "contagiados" de sus temores.
Si demasiada gente hace esto, entonces la inmunidad colectiva se desmorona y toda la población está en riesgo. Algo así sucede con el temor general ante la falsa relación entre la vacuna contra la meningitis y el autismo. Un estudio anterior sobre la vacunación, en el cual se asumió que la gente imitaba a aquellos que adoptaban estrategias "exitosas", predijo que la proporción de la población que se vacuna podía oscilar con el tiempo.
Con frecuencia, estas oscilaciones sun una señal de un balance precario de influencias, que hace que haya más o menos gente vacunándose.
Esta es una de las razones por las cuales Liu y sus colegas se preguntaron si los individuos comprometidos con la vacunación afectaban el comportamiento total, a pesar de ser tan pocos.
En el modelo de los investigadores, cada individuo (llamado "agente") debe decidir si vacunarse o no en etapas sucesivas de toma de decisiones, las cuales -por ejemplo- se corresponden a "temporadas de gripe". Es una decisión que se toma tras ver los resultados de la decisión tomada por él mismo y por sus vecinos. Si, por ejemplo, uno no se vacunó y la persona resultó infectada, entonces en la próxima etapa puede que imite a alguien que sí se vacunó.
También existe cierta cantidad de agentes dispersos entre la población que se comprometen a vacunarse siempre. Los investigadores descubrieron que, incluso una cantidad pequeña de estos agentes (digamos un 5-10%), puede reducir significativamente la escala de una epidemia. Es más, el efecto es mucho mayor cuando a estos agentes se les asigna una ubicación específica. Es decir, que en cada etapa se "encuentran" con la misma gente, tal como lo hacemos en la vida real, en lugar de mezclarse homogéneamente al azar.
Pasada cierta proporción de agentes comprometidos, una epidemia puede confinarse a zonas, en lugar de propagarse a toda la población. Además, estos agentes pueden evitar la aparición de oportunistas, los cuales podrían fomentar la aparición de una epidemia global.
Sin embargo, ¿existen realmente estos individuos comprometidos? Pareciera posible, pero Zhi-Xi Wu, colega de Liu en Lanzhou, admite que se trata de una suposición.
A pesar de esto, si existieran, entonces los resultados implicarían que pueden actuar como "ejemplo" para los demás, y que son más efectivos si se los dispersa de manera uniforme entre la población. Lo mismo debería ser válido para otras actividades: unos pocos individuos comprometidos que siempre practiquen sexo seguro podrían limitar la propagación de enfermedades de transmisión sexual.
Y los hipocondríacos paracen ser unos excelentes "comprometidos" para la causa.
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