miércoles, 4 de junio de 2014

¿Qué hago con la soledad?



Ella no estaba acostumbrada a paladear las alegrías de la soledad más que en compañía.

Edith Wharton.

En 1892, Elizabeth Cady Stanton escribió en su obra Solitude of the self: “La naturaleza nunca se repite, y las posibilidades de un ser humano nunca se encontraran en otro”. Una y otra vez, la realidad nos muestra que después de cada vivencia profunda nos sentimos solos.Podemos hacernos ilusiones de estar acompañados, pero lo cierto es que las experiencias más trascendentes nos arrojan a nuestra propia soledad.

La soledad nos asalta de manera sigilosa al terminar de hacer el amor con la pareja que amamos, al finalizar una obra de teatro grandiosa que nos ha tocado el corazón, al impactarnos con las inspiradas palabras de un conferencista, al saborear la profundidad de una poesía, o en el cierre de un maravilloso taller que nos ha provocado importantes tomas de conciencia, y de repente nos topamos con la conciencia de que estamos solos.

La tristeza o el miedo de dejar a otros es una razón importante, por la que mucha gente evita las vivencias significativas. El filósofo alemánFriedrich Nietzsche escribió: “La valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad que le es posible soportar”. Sin embargo, mucha gente elige no entregarse a su amante, no ir a ver la obra de teatro, no ver al maravilloso conferencista, no leer poesía, y no asistir al taller, pretendiendo evitar todo lo que amenace con ser “muy profundo”.

Estamos en un tiempo de “gente light”, personas que por evitar la tristeza que precede a la soledad,paganel caro precio de vivir sofocados por la compañía de gente superficial. Quien no sabe poblar su soledad -decía el poeta francésCharles Baudelaire-tampoco sabe estar solo entre una multitud atareada.Después de un tiempo sobre estimulados, con la inmensa cantidad de informacióna la que estamos enfrentados hoy día, el alma nos pide retiro y silencio.

Un axioma gnóstico dice: “Como el interior, así es el exterior”. Una cosa es la soledad, y otra muy diferente es sentirse solo. Sentirse solo en realidad significa que estamos extrañando a otro. Cualquier excusa que utilicemos para olvidarnos de nosotros mismos y mantener dormida nuestra consciencia, se convertirá en “otro”. Así, dependemos de “otro” para no estar tristes, pero como en realidad el deseo es estar con nosotros, resentimos su presencia cuando nos acompaña.

La diva sueca Greta Garbo, nunca dijo que quería estar sola. Decía: “Quiero que me dejen sola”. La soledad es tremendamente bella porque es profundamente libre. Valorar esto es un indicador de que ya no necesitamos al otro, porque nosotros mismos somos suficientes. Osho dice: “Cuando estás solo, eres rico, cuando te sientes solo eres pobre”.El que se siente solo es un mendigo; el que está solo es un emperador. Él también decía que cuando el amor es profundo nos hace conscientes de la soledad, y no de la compañía.

Tener el tiempo libre para cuidarnos, mimarnos y consentirnos es una necesidad vital.El escritor austriacoRainer María Rilkerecomendaba:“Ama tu soledad y soporta el sufrimiento que te causa”. Aunque muchas personas ven la soledad como un lujo del que pueden prescindir, es en realidad una necesidad creativa que les facilita el retorno a su propio centro. Si algo es profundo nos aleja de la periferia de nuestro ser, y nos conduce a nuestro centro, el único lugar donde podemos experimentar un auténtico gozo.

El escritor Octavio Paz dice: “La soledad es el hecho más profundo de la condición humana. El hombre es el único ser que sabe que está solo.”La soledad favorece el cumplimiento de nuestra mayor responsabilidad: auto-conocernos.Investigaciones realizadas por Adam Waytz, de la Universidad de Harvard, muestran que en la soledad –paradójicamente-reafirmamos diversas habilidades que enriquecerán nuestrasrelaciones sociales, haciéndolas saludables y fuertes.

La manera en que vivimos la soledadestá relacionada con la forma en que hemos sido cuidados, acompañados, valorados y amados.Sin importar cómo haya sido para nosotros, siempre podemos conquistarnos a nosotros mismos para disfrutar la compañía de nuestra soledad. ¡No hay excusas! Como dijo el poeta y pensador estadounidense Emerson: “El hombre grande es aquel que en medio de las muchedumbres mantiene, con perfecta dulzura, la independencia de la soledad”. ¿te atreves a hacerlo?

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