martes, 3 de junio de 2014
El trujillismo 53 años después
Con el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina se decapitó la tiranía pero no se eliminó el trujillismo, cuya influencia sigue gravitando en nuestra sociedad, 53 años después, gracias a alianzas políticas espurias y a la existencia de una casta privilegiada que ha disfrutado y sigue disfrutando de la protección oficial.
Grandes fortunas de procedencias ilícitas son exhibidas y estrujadas en las caras de los marginados sociales que día a día luchan desesperadamente para cubrir sus necesidades más perentorias mientras ven impotentes cómo se repite la historia de individuos que llegan al poder a enriquecerse descarada e impunemente.
Estos señores, blindados por un sistema judicial estructurado a su conveniencia y medida, hacen y deshacen con la seguridad de que por mucho que los denuncien quienes luchan por vivir en un país decente, donde la ley sea igual para todos, no lograrán que se haga justicia, porque ellos tienen todo previsto y amarrado.
Por eso, los resultados de las auditorías realizadas por la Cámara de Cuentas a gestiones de funcionarios, pasados y actuales, solo sirven para poner el dedo sobre las llagas purulentas de una corrupción cuyos responsables de perseguirla ni se dan por enterados, mientras el pueblo observa con rabia e impotencia estos desafueros.
Al mismo tiempo, el autoritarismo de personeros que han tenido la habilidad de mantenerse vigentes, a la sombra del poder desde los tiempos de la dictadura hasta nuestros días, es tan grande que ignoran la Ley General de Libre Acceso a la Información Pública, y manejan las dependencias a su cargo como feudos de su propiedad.
Estos indicadores confirman la vigencia del trujillismo 53 años después.
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