jueves, 6 de marzo de 2014

El origen de la locura



El origen del arte y de la locura es el mismo; las dos cosas proceden de “la ebullición imaginativa”. –¿De dónde has sacado eso? –De mi experiencia personal, en primer lugar; y de la observación cuidadosa de los que me rodean. Al volverme tímido me dediqué a la introspección; y eso desarrolló mi imaginación. –¿Cuál fue la causa de que te volvieras tímido? –Tuve un tío que usaba ropa anticuada: cuello de pajarita, bombín; leía en mi casa el Quijote con ayuda de una lupa; era un anciano cegato. Él me dijo que debía ser “gentil con las damas”, como el caballero manchego con Dulcinea del Toboso.

En la calle Luperón topé con una vecina muy linda y le dije: “mi nombre es Ventoldo; soy un viento que viene a cubrirte como un toldo”. La muchacha le contó a su padre que yo “le había dirigido un piropo obsceno”; que la amenacé con “cubrirla”, como los padrotes a las vacas. El padre se quejó delante de mi madre, aduciendo que yo era “un joven procaz”. Al año siguiente el padre murió. A pesar de que ella “alteró mi mensaje amoroso”, fui al funeral de su padre. Me acerqué a darle el pésame y noté que lloraba más por un ojo que por el otro.

Cuando le dije que tenía un ojo más llorón que el otro llamó al guardián de la funeraria para que me hiciera salir del recinto. Un piropo de buena fe y una observación veraz sobre las lágrimas, me trajeron las tribulaciones que me arrojaron en la timidez. Las verdades, los sentimientos sinceros, deben expresarse y comunicarse lo menos posible. Circuló la versión de que yo estaba loco; que me burlaba de su dolor frente al cadáver de su padre.

Después se supo que unas pestañas postizas le habían enfermado el ojo derecho. Desde entonces comencé a vivir en el mundo de las fantasías; mucho más hermoso y amigable que este mundo lleno de policías que nos dan macanazos, de mujeres mentirosas. La locura crea mundos paralelos al que tocamos con los dedos. Los grandes pintores siempre mejoran los paisajes que contemplan; imitando a Darwin, yo escribiré “El origen de la locura”.

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