martes, 27 de agosto de 2013

Las oportunidades surgen de las cenizas de los grandes fracasos

Escrito por: Jonathan Moules Deberíamos preocuparnos cuando fracasan las grandes compañías? Esa puede parecer una extraña pregunta de hacer en una columna que está dedicada a las empresas de baja capitalización, aunque los problemas que han ocurrido en las marcas que una vez fueron poderosas, como es el caso de BlackBerry, Tesco y HMV, han hecho que este sea un tema noticioso muy regular desde el 2008. Sin embargo, yo diría que el fracaso de las grandes empresas es un problema para las compañías pequeñas por dos razones principales. Primero, las compañías más pequeñas muy frecuentemente dependen de sus hermanos más grandes para lograr contratos, espacio de exposición e incluso para el crecimiento financiero. Por tanto, lo que sucede a una, afecta a la otra. En segundo lugar, ha habido una marcada diferencia en el desempeño de la mayoría de las compañías pequeñas que recientemente se relaciona con algunas de las empresas más grandes. Esto puede ayudarnos a comprender el porqué. No es solamente que cuando las grandes compañías se van abajo estas tienden a acaparar los titulares. La preocupación sobre el futuro de las avenidas comerciales ha sido intensificada por la desaparición de ex titanes como Woolworths, Comet y Blockbuster, mientras que el rendimiento de las tiendas más pequeñas frecuentemente pasa desapercibido. Una razón por la que deberíamos estar preocupados por las grandes empresas es que a ellas parece estar yéndoles peor que a las compañías más pequeñas. Eso fue enfatizado la semana pasada cuando la firma Experian publicó cifras de insolvencia para Reino Unido. La agencia denotó que mientras los números en general de las compañías en bancarrota está bajando, la tasa de insolvencias entre las empresas más grandes casi se duplicó desde un 0.08% hasta 0.15% este año hasta julio de 2013. “Un trimestre completo de disminución de las tasas de insolvencia es realmente una noticia positiva”, dijo Max Firth, director de gestión de Servicios de Información Empresarial Experian. “Pero el hecho de que las compañías más grandes hayan observado un aumento muestra que aún no estamos fuera de peligro, especialmente por la razón de que esto puede reducir la cadena de suministro de las compañías más pequeñas”. Hasta el momento, es muy deprimente. Pero hay otra forma de ver esta relativa debilidad de las grandes compañías: dicho fracaso es una buena cosa. Es un punto que Daniel Isenberg, profesor adjunto de la Escuela de Negocios de Columbia y autor del libro que invita a la reflexión sobre la naturaleza contraria del éxito. Él expresa que Finlandia está hoy observando un incremento en la actividad de aperturas de negocios en parte porque Nokia, que por mucho tiempo ha sido la corporación dominante del país, esta en medio de llevar a cabo el recorte de decenas de miles de empleos de alta calidad. Un drama similar se está jugando en Waterloo, una ciudad del centro del llamado triángulo tecnológico de Canadá, cuyo nombre, vinculado a la caída del una vez poderoso emperador Napoleón de Francia, ha tomado nuevo significado dados los problemas causados a su héroe local, el fabricante de celulares BlackBerry. Los recortes de empleo en BlackBerry, cuyo producto principal pasó de la ubicuidad a la obsolescencia en menos de una década, significa que miles de trabajadores capacitados están ahora buscando trabajo desesperadamente para poder pagar sus cuentas. Muchos han encontrado la respuesta en la comunidad de la pequeña empresa, ya sea por el inicio de nuevas sociedades o porque encontraron trabajo en compañías jóvenes y de rápido crecimiento. El florecimiento de las compañías más pequeñas a la sombra de la bancarrota de grandes empresas es uno de los “secretos más oscuros” del empresariado en puntos de apertura de negocios desde Dinamarca hasta Colorado, dice Isenberg. Él añade que los recortes del gobierno pueden formar un similar efecto secundario positivo. En agosto de 1987, por ejemplo, bajo severa presión del gobierno de EEUU, Israel canceló abruptamente su proyecto de desarrollo de combate Lavi. El programa de defensa, el cual iba a ser la respuesta de Israel para el F-16 y el equivalente de ese país de poner un hombre en la luna, y que terminó provocando entre 1,500 y 3,000 pérdidas de empleos. Poco tiempo después, Lavi fue aterrizado, más sin embargo, despegaron los números de iniciación de negocios de Israel. Por supuesto, la suspensión de un importante programa del gobierno puede no haber sido la única causa. Para una explicación más completa de esta historia, yo recomendaría otro libro Start-up Nation, de la autoría de Dan Senor y Saul Singer. Sin embargo, el fracaso de Lavi ayudó, al menos en parte, a fomentar el posterior éxito empresaria de Israel. Por historias como esa es que uno debería dar el corazón por aquellos que están en Londres y Nueva York, donde la crisis bancaria dejó miles de banqueros, abogados y profesionales IT buscando empleo. Fuera de las cenizas del colapso de Lehman Brothers y la experiencia cercana a la muerte de RBS y de Lloyds Banking Group, en el presente estamos viendo un florecimiento de las aperturas de negocios en las comunidades desde Shoreditch hasta Manhattan. Usted no necesita ser un economista para ver el por qué el fracaso de una compañía grande puede ser tan bueno para las empresas más pequeñas. Solo pregúntele a Darwin. La próxima vez que usted escuche que una gran compañía enfrenta un colapso, tome en cuenta que esta calamidad corporativa podría ser la creación de la apertura de un nuevo negocio valorado en £1bn.

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