martes, 4 de junio de 2013
El triste desprestigio del periodismo
Posiblemente, una de las razones por las que el periodismo a mí me luce estar tan desprestigiado, es que en gran parte de las disputas o controversias públicas quienes participan sólo saben atacar o responder ad hominem, sin conjugar el verbillo aquel que causara tanta roncha: conceptualizar.
Claro, hay excepciones como en todo. Pero en vez de desriscarme por ahí, hoy recordaré un periodista ejemplar.
Es Francisco Gregorio Billini (1844-1898), autor de la novela costumbrista Baní o Engracia y Antoñita. Fundó en 1879 El Eco de la Opinión, que se publicó ininterrumpidamente durante veinte años y fue prácticamente el primer periódico moderno del país, con crónicas noticiosas confiables y artículos de opinión respetados por el público.
Aparte de fundar y dirigir este periódico, Billini fue también colaborador de El Cable, El Patriota, El Mensajero, Letras y Ciencias y El Nacional. En su juventud fue seminarista y alumno de monseñor Fernando Arturo de Meriño, quien fuera Presidente de 1880 a 1882. Por su anti-baecismo estuvo exilado pero a su regreso al país fue funcionario público como diputado, ministro de Guerra en 1880 y presidente del Senado en 1882.
En 1884 ganó unas reñidas elecciones a Casimiro Nemesio de Moya y fue Presidente de la República del 1ro. de septiembre de 1884 al 16 de mayo de 1885. La causa de su renuncia fue que su antecesor en el Poder Ejecutivo, nada menos que el general Ulises Heureaux (Lilís), en pleno apogeo de los azules luperonistas, maniobraba para imponer leyes que restringieran la libertad de prensa, a lo que Billini, como periodista, era opuesto. Al renunciar dijo al Congreso: “Creo doy un buen ejemplo dando mis dimisiones espontáneamente y desapareciendo entre las sombras de mi casa, sin mezquinas aspiraciones para el futuro”.
Billini, quien sabía latín e italiano, también era maestro y al fallecer su tío el sacerdote Francisco Xavier Billini se ocupó de dirigir el Colegio San Luis Gonzaga. Tras su paso por el Senado, el ministerio de Guerra y la Presidencia, Billini increíblemente carecía de fortuna, y al reasumir la dirección de su periódico El Eco de la Opinión, oficio del cual vivía, debió pedir prestado a varios amigos la suma de veinte pesos para saldar deudas personales que había contraído mientras duró su fugaz presidencia.
Más que político, siempre se consideró a sí mismo periodista y maestro.
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