
La equidad de género no es un asunto de “caprichos” feministas, sino que sus impactos sociales y económicos pueden ser tangibles y fáciles de constatar. La mayor inclusión de la mujer en el mercado laboral podría incrementar el crecimiento económico, reducir la pobreza, mejorar las condiciones sociales y contribuir al desarrollo sustentable, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).
Muchos de estos beneficios se encuentran relacionados al rol fundamental de las mujeres en sus familias, pues, en muchos casos, su impacto económico sobre las finanzas del hogar es mayor, lo que se relaciona con un elevado nivel de compromiso.
La gerente nacional de la empresa de reclutamiento y recursos humanos ManpowerGruop, Ilonka Debord, explica que el nivel de inequidad de género en el trabajo es preocupante. Se basa en datos de la Organización Internacional del Trabajo que revelan que el 49.1% de las mujeres del mundo con edad de trabajar tiene un empleo, mientras que en el caso de los hombres la cifra aumenta hasta el 74.3%.
Debord asegura que la realidad dominicana no es muy diferente y añade que los empleadores deben revisar la equidad de sueldos y salarios entre hombres y mujeres.
Resalta que la falta de flexibilidad de los horarios de muchas organizaciones públicas y privadas obstaculiza la incursión de más mujeres al trabajo. La razón es que muchas tienen que cumplir con responsabilidades familiares y no pueden trabajar jornadas completas.
Las autoridades están conscientes de la vulnerabilidad económica de las mujeres, por lo que el programa de trabajo entre 2007 y 2017 del Ministerio de la Mujer aborda el problema.
“Numerosas evidencias empíricas nacionales e internacionales muestran que las mujeres son las más pobres entre los pobres e invertir en ellas constituye una de las estrategias de mayor impacto en el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias pobres, pues muestran una mayor propensión que los hombres a invertir sus recursos para cubrir las necesidades de sus hogares”, plantea la estrategia.
El Ministerio reconoce que la pobreza, en especial de la mujer, constituye un problema estructural del país, de esos que requieren reformas correctivas difíciles y largo plazo.
“No sólo requiere de impulsar el crecimiento económico, sino también de políticas redistributivas de la riqueza nacional y de políticas de igualdad de oportunidades de acceso al trabajo y a recursos y medios productivos”. Hay que abordar además la inclusión educativa y sanitaria y de seguridad social.
Sin embargo el primer paso sería estimular el acceso a recursos económicos por medio de más fuentes de empleo y flexibilidad laboral, que permita la integración a la vida productiva y que sustituya sistemas basados en dádivas públicas circunstanciales.
“El fortalecimiento del acceso a la propiedad y usufructo de bienes productivos, tales como la tierra, maquinarias, herramientas, edificaciones, insumos y crédito, también requiere de intervenciones que promuevan la igualdad de oportunidades”, destaca la entidad.
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