lunes, 14 de octubre de 2013

“50 años… ¡No es un maíz!”



Oye Arturito…-dice Píndaro a un viejo amigo- en la calle la gente por fin se ha dado cuenta de que una institución que pueda llegar a sus 50 años, ya no es un rulo… ¡ni un maíz!”… Por fin se le está dando la justa dimensión a los discapacitados en muchos centros de trabajo y lugares públicos del país… ¡Caray, qué trabajo le ha dado a Doña Mary enroscar esa tuerca en nuestras mentes y la aceptemos como una maravillosa idea!…”.

“Pero Píndaro –le dice Arturito-… eso empezó como quien no quiere la cosa… y, sí se quería la cosa… Cuando en el país se hablaba de rehabilitar, sólo se pensaba en inválidos… ¡Han pasado 50 años para que nos hayamos dado cuenta de que inválidos somos muchos los que a diario abusamos de nuestras vidas… Inválidos, somos todos los que nos aprovechamos de los demás para provecho propio… Inválidos, somos todos los que les faltamos el respeto hasta a nuestros más cercanos amigos y familiares…”.

“Es una sólida verdad –comenta Píndaro-… Hoy, el término ‘inválido’… ¡no es válido ya más!.. Porque así nos lo ha hecho ver esa institución que, al cumplir un lustro de crear y lustrar la autoestima de muchísima gente, ha valorado y dado vigencia al término ‘discapacitado’…. ¡Prestar servicios a un promedio de 900 mil personas no es un maíz!… Procurar darles su autonomía a toda esta gente, en una sociedad que, precisamente, no facilita la calidad de vida a todos los que a ella tenemos derecho, es una muestra de tenacidad para romper aquellos obstáculos que, como una gracia caprichosa de algunos, nos regalan las tradicionales y obsoletas estructuras en nuestras ciudades…”. “Esta ha sido una idea que impulsó todo un proyecto de vida… ¡Una realidad que ya en nada se parece a salcochar un maíz!.

Y Arturito mete su atinada cuchara y opina: “Los programas de la Asociación Dominicana de Rehabilitación, contemplan una intervención en muchas disciplinas que abarca desde la estimulación en los primeros años de vida, hasta que el discapacitado intenta conseguir algún trabajo…. ¡Ya son 27 filiales repartidas por todo el país! … Con más orgullo que el más orgulloso de los mortales, se puede afirmar que el volumen de servicios ofrecidos ya hoy supera los 10 millones!… Y… ¡Eso no es un fly!” “Ven acá, Arturito.. -pregunta Píndaro-… ¿Pero esa gente que trabaja en Rehabilitación tiene que ser como cuchumil?…. ¿y, cómo se las bandean para atender tanta gente y en tantos rincones del país?”. “Jajajajajaja… – ríe Arturito -… Como 800 profesionales y cientos de voluntarios ofrecen sus servicios a toda la población, sin importar su condición socio-económica… Esa institución se ha zambullido en todos los niveles sociales del país y, en las últimas décadas, ha enfocado sus cañones hacia ampliar y fortalecer su programa de Educación Especial… – y con orgullo agrega- Han establecido escuelas para niños en condiciones especiales en ocho ciudades del país… ¡Eso, no es rulo ni un maíz!… Por ahí han pasado ya, en estos 50 años, más de 40,000 niños!”

“Diantre, Arturito… en estos días escuché un bembeteo de que Rehabilitación había puesto a trabajar en empresas del país a muchos discapacitados… ¿Eso es verdad?… ¿O e’cuento e’camino?” –le pregunta Píndaro-.

“¡Eso es una verdad como un templo! –reponde Arturito-… Rehabilitación ha insertado en el aparato productivo a cerca de 14,000 personas… Por 50 años, ha venido trabajando con el apoyo de instituciones estatales y privadas, y de personas sensibles y solidarias…”. Y, Píndaro sentencia: “Ahhhh… por eso es que yo digo que 50 años… ¡No es un maíz!”.

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